martes, 1 de noviembre de 2011

Un análisis al estado político de Venezuela

Desde mi perspectiva crítica del texto “La muerte de los Faraones” por Ángel Lombardi puedo destacar que para nadie es un secreto que desde siempre la política de Venezuela y del mundo ha prevalecido la violencia como bandera. Desde principios de los años 1812, 1813, 1814, 1815 cuales marcaron a sangre y fuego nuestro destino nacional. El radicalismo y el extremismo que gobernaron Venezuela, en donde se calculó ocho mil muertos producto de la violencia política.
La violencia fue la cuna del crecimiento de la republica, cabe destacar que esta violencia civil ha sido la generadora de grandes cambios en la nación, lo que ha marcado visiblemente el transcurso de tiempo y gestión de la política hasta la actualidad, tomando como ejemplo los mensajes de violencia y divisorios en algunos casos de la actual gestión. Hechos que son comprobables, por ejemplo; llamados a la calle, a defender patrias ante “no se sabe quién”, y hechos violentos por parte de ciertos simpatizantes contra empresas privadas y medios de comunicación
Hoy, “En Venezuela la muerte violenta es cotidiana. Vivimos con la angustia, el temor y el miedo a la inseguridad, en una sociedad violenta, armada y mal gobernada”, como diría Lombardi en su ensayo. No sabemos si la violencia en Venezuela ha mejorado o ha empeorado desde entonces. Y aunque nuestras calles siguen siendo inseguras y la violencia de todo tipo nos siga amenazando esperamos una nueva esperanza de vida para todos los venezolanos.
Podría asumirse el comportamiento agresivo de la sociedad venezolana reflejado en los altos índices delictivos siendo resultado del mensaje violento manejado por el mandatario nacional durante los últimos diez años, acto que sin lugar a dudas, ha tenido repercusión en el comportamiento del colectivo. Sin embargo, esto sería tema de un análisis social y psicológico
Más atrás podríamos recordar el conocido “Caracazo” actuación civil alertante que marcó un cambio en la colectividad venezolana, donde la violencia –saqueos, muertes desmedidas, impunidad- caracterizó y reinó totalmente este lapso político. Conducta que se tomo para defender sus intereses y hacer valer sus derechos.
Sin irnos muy lejos también podríamos referirnos a los hechos que marcaron la memoria reciente del país, el once de abril del 2002 cuando el bombardeo de información creó desconcierto y un caos total, nuevamente la violencia toma protagonismo para defender los ideales particulares de la sociedad y es arma utilizada por el bando contrario para resistirse a los cambios.
Es ese mismo deseo de cambio que los pueblos sucumben en busca de algo mejor para el país. Es cuando aparece el señor actual presidente de Venezuela  Hugo Chávez, el personaje que se convirtió en un experto en el engaño, sabía ser simpático y muy amigable, logrando disimular todo muy bien con su histrionismo y patriotismo. Tanto que hasta ahora no sabríamos decir a ciencia cierta si es completamente verdadero el estado de salud que nos plantea. Este manipula su propia enfermedad y mas allá de eso pretende manipular a todos a partir de un juego mediático, una cortina de humo que no nos deja ver más allá de lo que ocurre en el país, tratando de crear una confusión política de la cual quiere beneficiarse y así mantenerse en el poder. Lo peor de todo es que ya no sólo hasta el 2021 sino hasta el 2031.
Resulta contradictorio referirse a Venezuela como un estado pacifico y sumiso a lo que el doctor Lombardi cita “una Venezuela sin memoria y adormecida en la prosperidad”, desde mi criterio personal se refiere a esa Venezuela que se deja manipular un pueblo sin ánimos de vida, un pueblo cansado de tantas disputas que la han golpeado y hasta miedoso de una experiencia si quiera parecida las ya vividas. Una Venezuela que reclama pero rápidamente olvida, esa que de tanto se habla memoria a corto plazo, sin darse cuenta que eso de lo que tanto huye y a lo que le da la espalda es lo que la está alcanzando y la está envolviendo. Se da cuenta a lo que se enfrenta pero prefiere obviarlo y evadirlo para muy internamente pensar que todo cambiará, la esperanza de un mejor mañana que en algún momento llegará sin tener que arriesgar la vida, vida esa que está a merced de la muerta día a día sin poder controlar.
Sin ánimos de sonar supersticioso e ingenuo, la historia planteada desde una óptica particular ella vive encarna y cobra las deudas que deja el pasar del tiempo tras todos los actores políticos que protagonizan la historia de una nación. Actores que Lombardi plasma meramente sacados de una película, sobreviviente a todo, fuertes, invulnerables simplemente todos poderosos, sin embargo, ¿hay mal que dure cien años?.
Es importante tener en cuenta que ese miedo anteriormente mencionado, ese olvido forzado, esa pasividad con la que se quiere asumir los problemas hasta que llegue una solución. Es lo que hace vulnerable a una nación y la deja a expensas del primer magnifico manipulador con excelente manejo del poder y llamado de audiencia ante la tiranía y opresión. Dos aspectos que lógicamente no se tratan abiertamente en ningún discurso pero que con el tiempo tras olvidarse los principios y los objetivos fundamentales de una republica en libertad y paz, se olvida que la prioridad es el pueblo que el trabajo y decisión que se tome es en mejoría de este.
Pensar en un sistema político donde la premisa sea el respeto de las leyes, “es la ética del gobernante lo que hace eficaz a la política y el gobierno” será este el motivo por el que los últimos gobiernos han fracasado La violencia ha sido utilizada precisamente por los distintos ejes políticos en el proceso de velar por sus intereses y no los del pueblo.
Lo cierto es que la clave para el éxito de los gobiernos y la política en sí es la ética que los hace eficaz como diría Confucio sabiamente “quien no puede gobernar su vida, no tiene derecho a gobernar la de los demás”. “La filosofía de estos tiranos es simple: «Todo dentro del Estado, nada fuera del Estado», y como el Estado encarna en ellos, se convierten en nuevos emperadores y faraones de la modernidad” Lombardi Pero nada es eterno y todo llega a su fin y es cuando empezamos a ver La muerte de los faraones.


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